No es street art, es arte callejero. Urbana y localista, esta expresión artística involucra stencils, murales, y claro, graffitis. Sus temáticas, técnicas y estilos dependen del grupo (crew) que la realice y el contexto (lugar y tiempo). En la Argentina suelen llevar una fuerte impronta política y social. Las ciudades más intervenidas son Capital Federal y Gran Buenos Aires, Rosario, Mendoza y Córdoba.
Rompiendo con las convenciones del arte, el A.C sorprende al de repente espectador en su camino, sin interrumpir su rutina pero sí modificándola. Invita a ser parte de un chiste, expresa una denuncia política, genera una variación en el paisaje predecible urbano. Edificios enteros, esquinas, puertas, estaciones de tren, postes de luz...todos son posibles soportes. Nada de lienzos, canvas, atriles o galerías, la esencia del arte callejero está en la misma calle, el barrio y su cultura. Es efímero, circunstancial, rápido y casi siempre ilegal.
Como marcando territorio, en el graffiti tipográfico se lee el nombre del graffitero o crew que lo realiza. Existen infinidad de estilos, colores y “tipos de letras”. Esta firma individual o grupal suele ser de rápida realización, plasmando una identidad de un modo gráfico espontáneo y fresco con aerosol sobre una pared. Es común que las letras estén contorneadas con negro o algún color oscuro o contrastante con el del interior, para separarlas del soporte y contexto, dándoles un efecto de relieve o sombra. Por dentro son rellenadas con diferentes colores, formas, texturas y efectos, desde puntos hasta flechas, rayas o gotones, degradé de tono, multicolor, según el gusto del realizador.
Para la pintada de un mural se necesita a más de un artista, y un manejo del espacio y composición más complejos que el estilo anterior. Práctica antigua si las hay, las primeras pinturas de la historia fueron realizadas sobre muros de roca. Hoy, difiriendo en las temáticas, mantiene su capacidad de modificar una gran superficie, utilizando como soporte edificios enteros y amplios muros. Por sus posibilidades espaciales y su no clandestinidad (no todas pero gran parte) son realizadas con más tiempo y detalle. Lata de aerosol o pincel en mano, los pintores recrean personajes, paisajes, objetos, escenas históricas, mundos fantásticos, monstruos y criaturas que conviven en una gran obra. Frases y texturas, escalas y colores varían, mutan libremente.
Síntesis iconográfica por excelencia, el stencil es la más veloz de las técnicas del arte urbano. Imágenes de personas, lugares, situaciones, símbolos y también frases son sometidas a un verdadero proceso de diseño. Priorizando el impacto visual y la rápida comprensión del mensaje, se producen signos que representan al concepto a comunicar. Se mantienen todos aquellos detalles característicos e identitarios de la imagen a ser representada, reproducida y multiplicada casi a modo industrial, legado del pop art. Sobre una plantilla de acetato o una simple radiografía, se cala el diseño. La composición final de este signo positivo negativo depende de la sumatoria de los espacios llenos (pintados) y los vacíos. Monocromática, es de rápida ejecución, por lo cual aprovecha a la repetición como recurso y a la variación del contexto para generar un mayor impacto y exposición. Por todo esto, sumando su bajo costo, se volvió una herramienta de publicidad tanto política como musical y cultural. Por suerte, el ingenio transgresor, el talento, la ironía y el humor sin fines de lucro aplastan y opacan a los intentos de convertir en un negocio a esta expresión combativa de la resistencia urbana.
Pasate por: Las pinturas de Jazz
Buenos Aires Stencil
Studio CHU
Run don´t walk
SMNR
EMM (en mi mente)
Carolina Pierro
Nota publicada en Urban Mag #2 Febrero 2009
1.2.09
Arte al paso
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario