23.6.09

“Una ventana al mundo” (世界之窗)


Cuatropuntocero - 5 DE MAYO - Caro Pierro desde HONG KONG

Para entender esta mirada oriental sobre el mundo hace falta poner la mente en blanco, predisponerse a la descontextualización y evitar exigir cualquier tipo de explicación lógica. Ahora sí. Imaginate a un chino disfrazado de árabe, montado sobre un camello, a metros de las pirámides y sonriendo para la foto. Cortá. Ahora imaginate a otro, en pollera con estampas étnicas, maquillado, en cuero, lanza en mano y porra plateada, bailando “step”. Quedate ahí, que entra otro con idem vestuario a musicalizar el momento con su timbal de leopardo y, como si fuera poco, invita a otros dos a una arrítmica competencia de percusión. Pide palmas. Palmas, palmas, que esto recién empieza. Y así, como salidos de un set, una pareja de falsos novios y un fotógrafo se pasean por “el mundo”, el maduro equipo de las gorras recorre el parque en un trencito, pasa un “Mateo”, dos árabes juegan carreras de carritos de golf, la Torre Eiffel le hace sombra al toro mecánico y humilla al mínimo palacio de Buckingham, vecino del Kremlin, y ubicado a pasitos nomás del Taj Majal, claro. Y cada tanto, el tren bala.

“Window of the world“. Un parque temático, 48 manzanas en pleno Shenzhen, (uno de los polos industriales más importantes de China), para pispear -achinando los ojos- a los lugares más significativos del mundo, ordenados por continente, a criterio, gusto y piaccere de su anónimo mentor; en versión libre.

América Latina está resumida en “Venezuela Flood”: un Jeep saliendo de un volcán rodeado de cocodrilos; y “Brazil rainforest”: un paseo en trencito por la selva. Unas líneas de Nazca en una loma al costado de una laguna y un templo Azteca con un par de esculturas a los costados. El sello distintivo: el restaurante de comida mexicana, fiel reflejo de la cultura gastronómica de poracá. Porque la idea es educar, mostrar realmente aquellos razgos identitarios de cada cultura.

No porque sí, nadie sabe sobre la existencia de Argentina. Abro comillas: “¿Argentina? Ah sí, yo estaba por ir a Europa, que lindo lugar. Ah, mirá vos, pero queda en América”. Cierro y vuelvo a abrir: “Sí, conozco, viví un año en San Francisco”. No, no, América del Sur, bien al sur, explico. “Ah, sí, cerca de Huston”. Mmm, NO, replico y cierro.

China, potencia mundial, copia todo, hasta a sí misma. No crea, “recrea” automáticamente a velocidades impensadas. Elige, señala lo que quiere, y lo reproduce al toque, así nomás. No importa el contexto, no importa el porqué, no im-por-ta. ¿Querés un jardín japonés con cerezos perennes, puentecitos rojos, carpas en una laguna, una casa con piso de tatami, algunas sombrillitas de papel y un par de kimonos? Dale nomás. Va con un puesto de disfraces para que te empilches como ponja y, tacita de té en mano, te lleves la foto de souvenir. Es que en la foto hasta los árboles de plástico parecen de verdad.

Foto, foto con los canales de Venecia. Foto, foto con el indio americano que aparentemente abandona su carpa durante el día, y se dedica a regentear el arco y flecha por 5 “renmimbi” la tirada. Foto, foto sentado en la tumba de Tutancamón. Disfrazate de persa y parate al lado de un arbusto que es casi lo mismo que tomarte un avión hasta Irán. Posá cual diva ante las inminentes cataratas del Niágara. Calzate el impermeable para literalmente sentir el espíritu aventurero de zambullirte en la cultura norteamericana de halcones y cañadones. Perdete entre las columnas del parque Güell, y cuando logres salir, cruzate de vereda e internate en los jardines Holandeses de tulipanes y molinos.

Sí. Esto es conocer a fondo al mundo.

No todos los días uno puede encontrarse con “lo mejor de lo mejor del mundo” en un mismo lugar y al alcance de la mano. “Ventana del mundo” es para pasar todo el día, y aprender, por ejemplo, que los americanos pueden empuñar un arco y flecha para defenderse de los cocodrilos salvajes de la selva; que Estados Unidos es Nueva York, Disney, El Gran Cañón del Colorado, etc, etc, etc; y que Oceanía tiene pintorescos habitantes con buen ritmo, tótems y una Ópera. Desde los jardines del César uno puede acceder a pistas de hielo, el arco de triunfo está rodeado por laberintos y es un lugar ideal para contemplar a la Torre Eiffel. Eso y mucho más al módico precio de 150 “renmimbi”*.

*El precio de la entrada no incluye consumición alguna, ni entrada libre a todas las atracciones del parque, ni explicaciones en inglés, ni explicaciones en general. La gerencia se reserva el derecho a hacer lo que se le plazca dentro de su jurisdicción.

Carolina Pierro

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