23.6.09

Postales de Hong Kong


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Selección de curiosidades en un colorido paseo fotográfico

HONG KONG (Especial).- Carteles en chino y en inglés; más una escalera mecánica kilométrica, subtes, tranvías, ómnibus, ferries y más de un millón de guías turísticos espontáneos; es decir, casi todo aquel al que se le pida instrucciones, alcanzan y sobran para recorrer esta ciudad. Hong Kong es un sándwich de culturas que ofrece comer papas fritas con palitos chinos, mirar los e-mails desde una plaza donde todos practican tai-chi-chuan, almorzar empanadas de fideos, y hasta sumarse a una procesión callejera de camioncitos musicales.



Más allá de la célebre pomada china, en Hong Kong hay toda clase de medicinas alternativas, naturales y de venta libre, dispuestas en amables cajas de colores. Además, es común que dentro de la farmacia esté el mismísimo médico tras su escritorio, atendiendo consultas y recetando té medicinal. El farmacéutico, mientras tanto, se encargará de pesar cada ingrediente y envolverlo en un paquete, para que el enfermo hierva cada uno en su casa y se cure con la no tan mágica infusión.

A una hora de tren, en la ciudad vecina de Shenzhen, se encuentra el parque temático Window of the World, o Ventana del Mundo. Réplicas de los más reconocidos iconos arquitectónicos conviven en 48 manzanas, libres de toda escala, relación y hasta sentido. Entre el Big Ben, la Torre Eiffel y las pirámides de Egipto, se puede ver tanto un show de coreografías de step bailado por chinos con lanza y taparrabo de leopardo como personas vestidas de árabes andando en camellos.

Como en el verano en China el sol calienta mucho y no alcanza la buena voluntad de abanicos ni sombrillas, los voluntarios a cargo de la organización del cumpleaños de Buda, el 3 de mayo último, optaron por la gorra-ventilador, que los refrescó de manera ecológica porque funciona con un panel de energía solar.

En Hong Kong es costumbre la comida al paso y a toda hora. Los locales tienen mostradores a la calle, repletos de panes, bocaditos, jugos de frutas exóticas, dumplings, sushi y hasta pastelitos con forma de cupcake, pez o conejo. Estos se encuentran en Caseway Bay.

Cuidadosas de la piel al extremo, las orientales también pueden comprar productos de belleza en una máquina expendedora en la estación de ferry, como si fueran golosinas, gaseosas o productos electrónicos. Así, antes de subir al barco, un posible olvido de portacosméticos se puede solucionar con sólo insertar unas monedas y apretar un botón para elegir desde colonia y rubor hasta talco y crema antiedad de Two Girls, una marca moderna, pero que existe desde 1898.

Carolina Pierro

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